El cielo azul con nubes blancas, frío, pero perfecto día de invierno. Ideal para la bici, no, hay muchas placas de hielo tanto en la calzada como en las aceras, es super peligroso, y he tardado una hora en llegar. Es decir, el doble. He ido a pie en según que momentos, porque estoy reñida conmigo misma, la adicción que provoca ir en bici, sentir ese aire seco frío en la cara, ese aire puro, esa sensación de bienestar, en contraposición al pánico que tengo de que la rueda se vaya con un mal gesto y me caiga al suelo. Frenar es un momento crítico, porque primero que un freno está congelado y no va, el otro el de delante funciona, pero si hay hielo la bici resbala, es decir frenar con ayuda de los pies. Cualquier montículo de hielo inesperado puede hacer también resbalar la bici, es tan delicado el ir en bici, que mi riña interna a momentos es insoportable.

 

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