Mucho sol pero también mucho frío. Este fin de semana ha sido super movidito, teniendo casa en Múnich es inevitable que vengan amigos a verte en esta época del Oktoberfest, así que hoy lunes con gafas de sol estoy sobreviviendo a la resaca de las «casetas» de Augustiner y Spaten. Mis amigos encantados, Múnich precioso y la Cerveza perfecta, pero se nota que no están acostumbrados a la cerveza alemana porque se les subió muchísimo más deprisa y más fuerte que a los que vivimos aquí. Me imagino que estamos habituados a beber medio libro de cerveza así, como el que no quiere la cosa, y el sabor y el porcentaje de alcohol lo recibe normalmente nuestro cuerpo, no como un elemento extraño. También un truco es que en lugar de pedir un litro de cerveza en el Oktoberfest, como una Helles (cerveza rubia) o una Weißbier (cerveza blanca), se pide un litro de Radler (medio litro de zumo de limón y medio litro de Helles) para así aguantar mejor el día.

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