Pero que ha nevado, esta mañana estábamos a -2°C y ahora parece que quiere salir el sol. Está todo blanco, blanco, ayer por la noche empezó a nevar y no ha parado hasta esta mañana. Cómo decimos en España, «Hasta el cuarenta de Mayo no te quites el Sayo», y estamos en febrero el mes por excelencia de las nieves aquí en Múnich, así que el espejismo primaveral va a volver locos a los pajaritos, a las plantas, a los árboles y a nosotros que nos acostumbramos tan fácilmente al calorcito de cinco grados.

Al estar ya en los negativos, el freno izquierdo de la bici ya no funciona, y cómo están las aceras y las calles, prefiero frenas con los pies directamente. Ahora más o menos, como la nieve es polvo y recientísima no hay problema en resbalar, hay que ir más lento, parar cuenta dónde se pisa y a rodar, pero hay que vigilar también que ahora de repente estamos a un grado y que la nieve puede deshacerse y en el deshielo si que se resbala un pelín.

Tercer día de conducción, con nieve y nevando, la única diferencia que he notado es que a veces el coche come unas bolas de hielo y parece que estés atropellando a animales o algo parecido, y en algunos momentos el coche resbala. Por lo demás, más luz. Y eso que hoy me he olvidado las gafas. Hemos practicado una parte obligatoria del exámen de conducir, el freno de emergencia, y nos hemos paseado por todas las calles de Pasing para practicar girar de una calle a otra, los cruzes y hacer atención a los coches que vienen de las calles secundarias. Se me tiene que meter en la cabeza, primero mirar y luego el intermitente, y cuando hay una calle preparar los pies en el freno y el embrague.

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