Continuamos con el sol de otoño que sienta tan bien a la cara, con ese frescor que despeja y que nos hace sentirnos tan bien. Comer al mediodía en las terrazas, tomar el té también en las terrazas con el abrigo pero también con una manta que gentilmente todos los cafés tienen… una manera de socializarnos y vivir en comunidad en Múnich, es esta curiosa experiencia de compartirlo todo, incluso las mantas y los pelos en cada silla y banco de los cafés. Dicen que los cafés de Paris.. son emblemáticos con sus parisinos mirando a otros parisinos, discutiendo y bebiendo café… aquí en Múnich, las terrazas de los cafés están a rebosar de gente que no habla, que toma una taza de té y disfruta de la meteorología y de «estar fuera» de una manera extrema. Quizás el ambiente no es el mismo, y comparar París con Múnich parece un pecado un poquitín extranbótico, pero la imagen es la misma.

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